La innovación en las regiones del siglo XXI

Damián FronteraArtículo de Damián Frontera, Presidente de REDIT, publicado en Levante.

La presentación de la nueva estrategia del IVACE para los Institutos Tecnológicos ha suscitado muchas preguntas relacionadas con la eficiencia o la sostenibilidad futura de nuestra Red.

Sin duda, como toda organización bajo la lupa, hay aspectos mejorables. Incluso es posible que algunos Institutos pudieran salir fortalecidos de una hipotética reestructuración que, en todo caso, precisaría de un presupuesto específico para llevarse a cabo con una mínima garantía de éxito. No es mi intención entrar ahora a valorar las propuestas formuladas desde el IVACE, que deben ser analizadas por los Consejos Rectores de los Institutos.

Sin embargo, la reorganización se fundamenta en algunas premisas no acordes a la realidad del modelo valenciano de Instituto Tecnológico, sobre las que quizás conviene realizar algunas aclaraciones.

Por un lado, se habla de un elevado peso de los apoyos públicos, que representan el 47% de los ingresos, así como de la excesiva dependencia de los fondos regionales, que se sitúan en el 33%. Sin embargo, si comparamos estos datos con la referencia europea de innovación, la Corporación Fraunhofer, llegamos a la conclusión de no somos tan dependientes de las ayudas públicas. Ellos tienen más de un 60% de apoyos públicos de los que, en 2011, más del 55% fue de origen regional y nacional.

Por otro lado, tampoco parece serio que IVACE señale, como factor propio de la Red de Centros, sus problemas de liquidez, cuando mantiene con ellos una deuda de más de 60 millones de euros que está en el origen de su débil situación financiera actual.

Pero, sobre todo, es alarmante que la dotación para los Institutos Tecnológicos se quiera reducir en 2014 a más de la mitad del presupuesto de 2013, lo que equivaldría a una rebaja del 70% respecto a 2010. Ningún cambio organizativo puede justificar esta drástica caída. Si la dotación de fondos propios de la Generalitat al IVACE sigue disminuyendo (recordemos que ésta tuvo en 2012 el mismo valor que en 1985), las grandes perjudicadas serán las empresas. La tendencia de nuestro tejido industrial ha sido de relajación de su apuesta por la I+D+i debido, en gran medida, a la desaparición de líneas de apoyo del IVACE, así como al descrédito y desconfianza producidos por los pagos pendientes a las empresas beneficiarias desde 2010.

Hace falta una dotación presupuestaria adicional para la innovación que permita situar a la Comunidad Valenciana entre las regiones españolas de referencia. Ahora más que nunca debe reforzarse el compromiso con la I+D+i si, tal y como nosotros estamos convencidos, va a ser la clave del futuro de las regiones del siglo XXI.